El amor en sí

   No son los errores que comete los que indican si es buena o no, es mas bien la actitud como lo enfrenta lo que hace la diferencia. Una frase extraída durante una conversación con mi actual jefe cuando intentaba explicarme el por qué de su regalo. 

   Comencé a tomarle el valor a aquellas situaciones difíciles que ocurren en la vida, aquellas que no logro entender por qué suceden, cuando empecé a cultivar la paciencia y a esperar que la suciedad decantara y dejara ver la claridad del agua.

   Hasta ahora, he sido promovedora de el actuar por sobre el dejar que se actúe sobre nosotros, sin embargo, es justamente el tiempo con su maestría el que me ha mostrado el panorama con mayor amplitud. Muchas veces me vi envuelta en la terquedad que se desprende del dolor y el despecho declarando lo injusta que es la vida con quien no lo merece. Lo cierto es que cada cosa que ocurre no es mas que la consecuencia de una causa inicial que lo desencadenó; la tierra sólo te proveerá de aquello que cultivaste y cuidaste durante un determinado período de tiempo; no puedes esperar manzanas cuando sembraste peras.

¿Verdad o mentira?

"La verdad hace que todo lo demás parezca mentira". Una frase extraída de la película "Día de los enamorados" y que se la dice el hombre, desilusionado al enterarse del engaño de su mujer ocurrido hace mucho tiempo atrás. 

   La frase por sí sola, pareciera no tener mucho sentido, pero cuando la sitúas bajo un contexto, como el de la escena de esa película, la comprendes, e inclusive llegas a asimilarla perfectamente. Engaño, desilusión, y la inesperada confesión que te hace cuestionar desde ese hecho en adelante.

   Lo lógico en una relación es que haya confianza entre las personas, mutua confianza entre ambas hace que esa relación perdure a través del tiempo. Así mismo, la sinceridad es la base de la confianza, ser honesto con la otra persona y más aún si hay un lazo de amistad o amor entre ambos, es lo que diferencia una relación de otra. Ser sincero en la medida en que te muestres cual tal eres, en la que expreses tus sentimientos y pensamientos, en la que no finjas gustos ni afinidades pretendiendo agradarle al otro sólo para permanecer junto a ella, es el alimento que fortalece una relación.

   Pero qué sucede cuando en ese sincerarte requiere que le manifiestes a esta otra persona que ya no sabes lo que sientes, cuando pones en duda que sigues amándola por que descubriste que ya no te sientes cómodo junto a ella, que no eres tú mismo. De esto se concluirá necesariamente que nunca la amaste ¿Es que acaso el amor se acaba? Etimológicamente la palabra amor quiere decir sin muerte, es decir, eternamente, para siempre. Qué sucede entonces cuando se dice irónicamente, que el amor se acaba.

   Es por esto que creo necesario que uno no debiera decir "Te Amo", puesto que se expone a quedar como un mentiroso cuando ya no experimente esa sensación de enamoramiento hacia otra persona. Debiera solamente vivir cada día intentando descubrir lo que siente, en silencio, sin decirlo. De otro modo, creará una falsa ilusión en el otro que luego quedará herido incapaz de volver confiar y de volver a enamorarse.

   Y en ese caso, qué se hace con el amor que siente; lo cambia de sintonía y lo vuelca a algún nuevo candidato que sí decida permanecer en esa relación a pesar de los altibajos que esta pueda tener y que es muy seguro que los tendrá. Eso no es engañarse así mismo también, creyendo que puede dejar de amar a alguien sólo por el hecho de que llegue otro a su vida. 

   La verdad hace que todo parezca una mentira, todo lo dicho, todas esas promesas, esperanzas infinitas a lo largo del tiempo se vuelven cuestionables, inclusive el amor que se dijo sentir en los momentos de euforia, todo parece un engaño. ¿Prefiero, entonces saber la verdad, o vivir una mentira?

Vuelves a mi

   En yoga, el estado de meditación se consigue no cuando se pone la mente en blanco, como solía creer, sino más bien es cuando no te detienes en ningún pensamiento, de manera que estos no perturben tu mente.

   En la película: "Comer, rezar, amar"; en una de las escenas en que la protagonista, interpretada por Julia Roberts se encuentra en India intentando meditar, uno de sus compañeros le indica que no debe en evitar los pensamientos, sino seleccionarlos.

   Tal vez a los monjes budistas en la tranquilidad del Himalaya, o a Julia Roberts en la grabación de una película esto pueda resultar una tarea fácil, para mí se ha convertido en todo un desafío. Si bien soy una promovedora de la idea de lograr control mental en cada una de las acciones que realicemos, de manera que sea uno quien controla su mente y no al revés; debo admitir que yo, hasta ahora, no lo he logrado. Diversos pensamientos se suceden caprichosamente en mi cabeza, muchas veces perturbando mi tranquilidad.

   Un estudio científico concluyó que el cerebro suele reciclar ciertos recuerdos de manera de dar cabida a otros nuevos . Es así como no recordamos, por ejemplo vivencias más allá de los 5 años de edad. La experiencia debe marcarte de alguna manera para que este logre permanecer a través del tiempo en la memoria, de otro modo se convertirán en un candidato para ser borrado en un acto inconsciente de eficiencia del cerebro. De este estudio me surge la interrogante: qué criterio utilizará el cerebro para determinar con cuál recuerdo se queda. Qué acciones serán tan decidoras que se ganarán el espacio para permanecer. Si tuviera más consciencia de este proceso, sin duda que hubiera escogido aquellos recuerdos en donde conseguí exitosa lo que me había propuesto como aprender a caminar, por ejemplo. Pero, a decir verdad, recuerdo vagamente algún episodio especifico de aquellos inocentes años en que ni siquiera imaginaba lo que estaba por venir.

   Hoy resultó ser uno de esos días en que quisiera controlar ese don y poder seleccionar mis pensamientos a quienes les quiero dar cabida en mi mente. Desearía no tener que seguir dándole vueltas una y otra vez en mi cabeza y mortificándome con aquellos que ni me prestan ninguna utilidad, ni me hacen sentir bien. Es como cuando traes una canción pegada que ni te agrada y que te sabes hasta la letra y la tarareas una y otra vez con disgusto. 

   Más allá de una canción que se te repite, existen ciertos pensamientos que vuelven a ti, en una actitud masoquista rememoran incluso, el dolor que sentiste cuando viviste esa experiencia. Es tan vívido el recuerdo que no logras lidiar con las reacciones que ese dolor te provoca, tales como escalofríos en la piel y lágrimas incontrolables asomándose en tus ojos. 

   El eterno resplandor de una mente sin recuerdos, es una de esas películas que podrían explicar esos  momentos en particular. Ese, en que de ser real esa posibilidad, sin duda, en algún momento, hubiese recurrido a ella. No es bueno olvidar, pues en ello se basa el aprendizaje, pero hay ciertos momentos en que no piensas en otra alternativa, y es que en el amor, todo se vale o no?. En palabras generales la película trata de un hombre que recurre a un particular método para borrar en parte de su memoria, los recuerdos de una mujer de la cual se había enamorado y que ya no esta en su vida.

   Cual sea el caso, la capacidad de elegir con qué pensamiento me voy a quedar es sólo una habilidad que se puede lograr con mucha práctica y ayuda, en un principio. Mientras menos recurras a esos pensamientos, mientras menos atención le prestes, solos se irán desvaneciendo quedando relegados y en el mejor de los casos,serán reciclados para darle espacio a esos momentos que si valen la pena recordar y que traerlos a tu memoria sólo te generarían satisfacción.

Una vida por derecho

   El aborto, un tema tan controversial como sensible. Justificaciones como si es por violación o por inviabilidad del feto o riesgo de la vida de la madre, son argumentos que apoyan esta medida y que intentan enmarcarla dentro de la ley. Personalmente estoy en contra. Creo firmemente que la vida se va desarrollando de manera muy asertiva, inclusive esas veces en que nos sentimos incomprendidos e injustamente tratados a pesar de nuestras buenas acciones y comportamiento, no estoy de acuerdo con aquello. Soy partidaria que cada uno tiene lo que merece y que lo que vives no es más que el resultado de las acciones que has ido desarrollando.

   Con esto no quiero decir que estoy a favor de la violación ni del sufrimiento físico y emocional que provoca la gestación de un ser que tu cuerpo rechaza y que a toda costa intenta expulsar, o que por otros motivos ese ser no se formará correctamente pudiendo traer complicaciones a el mismo o a su madre. La naturaleza se va desarrollando de manera muy sabia, entregándote solamente situaciones que eres capas de sostener y de este modo entrenándote para lo que viene. Henos aquí, el resultado de millones de años de evolución producto de esa misma sabiduría que nos ha situado en este período de tiempo y en este lugar. Ella es quien tiene la facultad de discriminar la permanencia o no de un ser aquí en esta tierra.

      Acaso cientos de exámenes médicos pueden revelar con exactitud cuándo morirá una persona. Esos exámenes están basados en las estadísticas y en las experiencias de casos médicos similares anteriores y ninguno de ellos puede predecir con 100% de certeza cuál será el resultado. Pueden recomendarte, guiarte y aconsejarte, pero en ningún caso determinan qué debe hacerse por el sólo hecho de tomar las precauciones ante futuras acciones legales.

   Y todas estas situaciones solamente se desprenden de nuestro individualismo. Con cada nuevo avance tecnológico vamos alimentando nuestro ego, en ese afán siempre presente, cualidad inherente del ser humano de creerse el ser superior, de querer controlarlo todo. Nos hemos vuelto una sociedad preocupantemente egoista, donde todas nuestras energías se concentran en el cómo evitar el dolor y alargar nuestra existencia física a cualquier precio.

   Quiénes somos nosotros para decidir sobre la vida de otro, que del aborto, que de la pena de muerte. Por que no lo merecemos en el primer caso, y por que se lo merece en el segundo. Tal vez sobre la vida de cada cual, uno tenga la libertad de elegir. Pero es cuando nos sentimos con la libertad de decidir sobre otro lo que me perturba.

   En vez de estar discutiendo si debemos legislar sobre estos temas solo para acallar nuestra consciencia, quizá sería mas apropiado preguntarnos no el porqué me sucedió, sino el para qué, de este modo dejamos de volvernos víctimas de las circunstancias, aprender de ello y volvernos protagonistas de nuestro propio desarrollo. Por qué le tememos tanto al dolor y a la miseria, si es ahí donde mas aprendemos. Por qué le tememos a la muerte, más bien a nuestra propia muerte.

   Yo no sé con exactitud cuándo un feto es una persona, ni cuándo una persona ya formada que comete algún crimen deja de ser persona. Pero sé que ambos, sea cual fuere las circunstancias en que se vean envueltos, gozan de los mismos derechos que yo, y no hablo de derechos legales, que eso es sólo un invento del hombre para intentar ponerse de acuerdo y regular la vida en sociedad, mas bien me refiero a ese derecho natural que te puso en este lugar y que te da hoy la posibilidad de continuar con tu desarrollo.

Una historia sin final

   Surgió en una de esas conversaciones que siguen al acabar de comer. Aunque la sobremesa suele hacerse en casa de amigos o familiares, esta fue tan espontánea como profunda, en los 30 minutos que tenemos de horario de colación en el trabajo.

   El tema: películas que nos han emocionado hasta las lágrimas. Partimos comentando el último estreno de Disney Pixar Intensamente, pasando por Toy Story 3 y la ya clásicas La vida es Bella y Titanic. Mas tarde, como ya se ha vuelto un hábito, nos desviamos a temas más reflexivos y terminamos por volvernos críticos de los guiones que hacen que una película sea interesante o no de rescatar.

   Qué es, en definitiva lo que hace que una película se diferencie del resto y trascienda entre generaciones. Influye, claro esta, la interpretación de los personajes por los actores, el detalle de la escenografía, la dirección de fotografía y su coherencia así como también y en mayor grado me atrevería a advertir, la mano del director. Cabe señalar que el cómo se cuente la historia influirá en alto grado su trascendencia a lo largo del tiempo y en que una película se vuelva clásica y una mirada casi obligada para cinéfilos y críticos del 7mo arte. Es el director el encargado de darle énfasis a cierta parte de la historia, dependiendo el mensaje u objetivo que se propuso alcanzar con la obra.

   Tan renombrados como Spielberg o Scorsese y hasta el excéntrico Tarantino se involucran en las historias a tal punto, con tal entusiasmo que se ocupan de cada detalle, de cada recurso que utilizarán para relatarla. Ya bien he dicho con anterioridad, a una historia, tantas formas de contarla como personas hay en el mundo.

   Como ejemplo expongo justamente, la película Intensamente, el origen de mi charla de sobremesa, quien nos muestra como  nuestra mente es capaz de procesar la información que recibe del exterior desde los distintos puntos de vista emocionales: alegre, triste, seguro y furioso, cómicamente explicado a través de caricaturas al más estilo Disney. De este modo el espectador puede ir viendo cómo cada uno de estos personajes entendía los hechos que le sucedían a la niña humana que controlaban. 

   Del mismo modo, es que dependiendo de cómo sea contada la historia, esta resultará más divertida o más dramática y eso es justamente lo que, a mi parecer, le otorga su cualidad de memorable. Entonces no es la historia la que asegurará el éxito de un film, es más bien qué parte de esta historia se enfatiza y no me refiero a maquillarla y desvirtuarla para volverla atractiva, mas bien se trata de escoger qué parte se va a acentuar y de qué forma se hará.

   Muchas películas, y hasta me atrevería a decir la mayoría, de las clásicas tienen un final feliz, un desenlace un tanto predecible donde el protagonista obtiene por lo que ha esperado toda la cinta. Sin embargo, hay algunas, en que se detienen en el proceso, esas en las que el director decide terminarlas sin dejar claro el final, algo así como que dejándolo a la imaginación de cada uno. Es como leer un libro,, sabes que van quedando pocas páginas y que para cuando llegas al final luego de haber intentado alargar ese momento por varios días, finalmente llegas a la última pagina y sabes que ya no hay vuelta atrás.

   Soy simpatizante de creer que no existe un solo destino inmutable, creo firmemente en la existencia que no hay finales estáticos que no pudieran ser cambiados, es más, no hay finales en las historias, solo un punto aparte donde comenzar un nuevo capítulo.

El salto de la vida

   Temor, ese fue el primer sentimiento que experimenté a medida que me iba acercando a ella. Siempre me han fascinado las cascadas, tan majestuosas, tan puras imponiéndose en el paisaje y, sin embargo, me atemorizan.

   Fue durante mi último viaje, a Coyhaique, un viaje tan espontáneo como determinado. Una fotografía en un calendario de hace algunos años atrás, capturó una escena del paisaje de la cascada Coyhaique, que en invierno se congelaba, la vi y decidí que algún día iría allá. 

   Y así sucedió, debía planificar mis vacaciones, y las oportunidades de las promociones de LAN, me motivaron a tomar este destino para mi viaje.

   Junto con este atractivo, para mi fortuna, fui espectadora de otros tantos saltos de agua que decoraban las faldas y quebradas de los cerros al interior de la reserva Cerro Castillo y alrededores de Coyhaique y Puerto Aysén. No alcancé a capturar en una fotografía cada una de las cascadas que pude divisar, pero sin duda  que quedan guardadas en mi memoria.

   Me di el tiempo de visitar dos cascadas situadas entre Coyhaique y Puerto Aysén, señaladas como atractivos turísticos de la zona: Cascada la virgen y velo de novia. Es esta última la que originó mi temor y que inspiró este relato. Un sentimiento situado entre el miedo y la intrepidez que dificultaban el acercarme hasta su base. Aún así, llegué hasta ella, me quedé observándola detenidamente intentando descifrar el origen de mi sobresalto y mi admiración simultáneas, qué ironía.


   Una falla de la naturaleza, un salto en el correr de esos ríos tan apacibles a veces, tan violentos otras. Un atajo en el camino al enfrentar una quebrada donde se abren nuevas posibilidades de continuar. Una representación ostensible de los principios con los cuales se ha sostenido mi existencia.

   Dos situaciones han determinado y modelado mi vida: el temor y la osadía. El primero volviendo prudente mis decisiones, recatando mi andar y dotándome de una comodidad, a veces difícil de abandonar. El segundo, me ha llevado por caminos insospechados que jamás creí capaz de transitar y que sin duda han marcado cada etapa de mi crecimiento. Cuando logro ir más allá, cuando soy capaz de vencer el miedo y me aventuro a lo desconocido, son esas instancias las que más he disfrutado. Momentos que le dan sentido y motivación a mi vida, por los cuales me decido a emprender, son los saltos que dan origen a estas majestuosas cascadas a las cuales me lanzo con temor sin tener claro donde me llevarán pero que le otorgan ese atractivo al paisaje de mi existencia.

   Tuve miedo y aún así llegué hasta la base de esta cascada, 30 metros de altura de cientos de litros de agua que se precipitaban ante mi recordándome lo maravilloso que puede ser el desenlace de un obstáculo en el recorrido como pudiera verse a simple vista una quebrada.

   He llegado a pensar que, mi ferviente interés por este atractivo natural no es mas que el reflejo implícito de cómo me siento. Deseando, muchas veces volverme cascada cuando al final del camino no veo otra salida.

   

Llegar a ser

   Pensar en que existe la posibilidad de que todo está conectado, me sorprende y atermoriza simultáneamente. Rechazo la idea de la existencia de un destino rígido e inalterable, puesto que estoy convencida de que los actos, decisiones y actitudes con las que nos vamos presentando ante la vida, pueden determinar uno u otro resultado.

   Momentos, situaciones, particularidades e inclusive personas que se presentan en nuestra vida, pudiera pensarse que de forma espontánea, llegan ahí para modificar los resultados, brindándole al destino cierta flexibilidad. Se convierten en ese factor sorpresa que vuelve interesante al diario vivir, como una oportunidad para reafirmar o cambiar ese destino el cual desconocemos pero que muchas veces, se vuelve predecible y aburrido.

   Cualquiera sea el caso, la decisión de cambiarlo es personal. El querer otro rumbo, continuar en otra dirección, será sólo el resultado de nuestra entereza, y claro, puesto que hacerlo es apostar todo lo que hemos construido, a un destino completamente desconocido e inesperado. Es abandonarlo todo sin tener la menor certeza de éxito. Y bueno, ese es, después de todo, el encanto de la vida, es ese aventurarse con la esperanza de obtener un buen resultado; y con "buen resultado" me refiero a ese final feliz que anhelamos alcanzar con nuestros actos, por que, muchas veces no es en lo que habíamos pensado, suele no ser lo que habíamos planeado, pero cuando obtenemos esa sorpresa al final del camino, parece ser que era justo lo que necesitábamos.

   Es una constante en mi vida, cambio de planes y una nueva jugada. Quisiera no sólo parecer segura de mi misma, para variar, me gustaría también estarlo. Desearía creer en mis propias palabras y, por un instante estar tranquila de que "todo saldrá bien". Podría sentarme a analizar todos mis logros, todos esos triunfos, momentos en que sentí desvancerme y perder la esperanza, para luego darme cuenta que todo se resolvía mágica y perfectamente a mi satisfacción.

   Aún no logro desprenderme de lo que he perdido, todo aquello que ha quedado atrás y que ahora me persigue como un fantasma atormentando cada nueva decisión que pretendo tomar en pro de un camino diferente. Cuando me doy cuenta que la dirección que sigo me lleva a una vida que no quiero, una a la cual no pertenezco y me siento ajena e intranquila. Disfrazada de éxito, se presenta tentadora la oferta de continuar, parece ser un atajo que puede acortar la brecha entre lo que soy ahora y lo que debiera llegar a ser.

   Pero esa no soy yo, y cada paso hacia allá me va modificando, voy mutando a un ser que no logro identificar, tan ajeno, tan solitario, tan ausente. Tal vez no tengo claro quien soy y que quiero hacer, pero de lo que si estoy segura es que en lo que me estoy convirtiendo, no me agrada.

   Todo lo que he deseado me ha sido concedido. El problema radica en que, soy tan caprichosa que muchas veces pido lo que se necesita, más que lo que realmente deseo llegar a ser.


Perderme en ti


 No era el miedo a volver a amar lo que me impedía involucrarme, más bien era el temor a perderme a mi misma en ello.

   Hubo una vez en que ame, una vez en que me entregué tanto que me perdí, y al final, cuando todas mis partes quedaron destrozadas, es que no supe cómo volver a reunirlas, no reconocí ninguna de aquellas piezas esparcidas, ni una me pareció siquiera familiar. Pero qué me pasó, en qué momento sucedió y cómo es que llegue a permitirlo.

   No he vuelto a aferrarme a nadie mas, no de la manera que quisiera. No he tenido el valor para volver a crear lazos, ni amigos, ni parejas ni siquiera con mi familia y no por miedo a perderlos, es más bien el miedo a perderme a mi misma. Eso me ha llevado a temer aún más de la gente, a alejarme de todos intentando no perder la voz, no dejar de escucharme, de mirarme, de sentirme feliz. En todo lo que hago pretendo la felicidad y lo que me aleja de ello, procuro alejarlo de mi vida también. Muchas veces me ha pasado que me he equivocado, y por ese temor es que he abandonado relaciones importantes, con mi trabajo, con mis compañeros, y con mis amigos y familiares. 

   No creí que alguna vez pudiera dimensionar lo egocéntrica que me he vuelto desde que decidí emprender este viaje por mi misma. He descubierto lo pequeña y frágil que soy, y eso me ha vuelto mas fuerte y grande. Me siento muy satisfecha con lo que he logrado y lo que he descubierto.

   Hoy descubrí que temo perderme otra vez, perder esa libertad de ser yo misma, por eso es que me inclino a la soledad, sólo por miedo, y aunque la disfruto me asusta pensar que sólo se debe a ese temor, no por quedarme sola, sino por quedarme sin mi.