Una vida por derecho

   El aborto, un tema tan controversial como sensible. Justificaciones como si es por violación o por inviabilidad del feto o riesgo de la vida de la madre, son argumentos que apoyan esta medida y que intentan enmarcarla dentro de la ley. Personalmente estoy en contra. Creo firmemente que la vida se va desarrollando de manera muy asertiva, inclusive esas veces en que nos sentimos incomprendidos e injustamente tratados a pesar de nuestras buenas acciones y comportamiento, no estoy de acuerdo con aquello. Soy partidaria que cada uno tiene lo que merece y que lo que vives no es más que el resultado de las acciones que has ido desarrollando.

   Con esto no quiero decir que estoy a favor de la violación ni del sufrimiento físico y emocional que provoca la gestación de un ser que tu cuerpo rechaza y que a toda costa intenta expulsar, o que por otros motivos ese ser no se formará correctamente pudiendo traer complicaciones a el mismo o a su madre. La naturaleza se va desarrollando de manera muy sabia, entregándote solamente situaciones que eres capas de sostener y de este modo entrenándote para lo que viene. Henos aquí, el resultado de millones de años de evolución producto de esa misma sabiduría que nos ha situado en este período de tiempo y en este lugar. Ella es quien tiene la facultad de discriminar la permanencia o no de un ser aquí en esta tierra.

      Acaso cientos de exámenes médicos pueden revelar con exactitud cuándo morirá una persona. Esos exámenes están basados en las estadísticas y en las experiencias de casos médicos similares anteriores y ninguno de ellos puede predecir con 100% de certeza cuál será el resultado. Pueden recomendarte, guiarte y aconsejarte, pero en ningún caso determinan qué debe hacerse por el sólo hecho de tomar las precauciones ante futuras acciones legales.

   Y todas estas situaciones solamente se desprenden de nuestro individualismo. Con cada nuevo avance tecnológico vamos alimentando nuestro ego, en ese afán siempre presente, cualidad inherente del ser humano de creerse el ser superior, de querer controlarlo todo. Nos hemos vuelto una sociedad preocupantemente egoista, donde todas nuestras energías se concentran en el cómo evitar el dolor y alargar nuestra existencia física a cualquier precio.

   Quiénes somos nosotros para decidir sobre la vida de otro, que del aborto, que de la pena de muerte. Por que no lo merecemos en el primer caso, y por que se lo merece en el segundo. Tal vez sobre la vida de cada cual, uno tenga la libertad de elegir. Pero es cuando nos sentimos con la libertad de decidir sobre otro lo que me perturba.

   En vez de estar discutiendo si debemos legislar sobre estos temas solo para acallar nuestra consciencia, quizá sería mas apropiado preguntarnos no el porqué me sucedió, sino el para qué, de este modo dejamos de volvernos víctimas de las circunstancias, aprender de ello y volvernos protagonistas de nuestro propio desarrollo. Por qué le tememos tanto al dolor y a la miseria, si es ahí donde mas aprendemos. Por qué le tememos a la muerte, más bien a nuestra propia muerte.

   Yo no sé con exactitud cuándo un feto es una persona, ni cuándo una persona ya formada que comete algún crimen deja de ser persona. Pero sé que ambos, sea cual fuere las circunstancias en que se vean envueltos, gozan de los mismos derechos que yo, y no hablo de derechos legales, que eso es sólo un invento del hombre para intentar ponerse de acuerdo y regular la vida en sociedad, mas bien me refiero a ese derecho natural que te puso en este lugar y que te da hoy la posibilidad de continuar con tu desarrollo.