No quiero pronunciar tu nombre;
pues temo con él recordarte
cual dulce sonido de su voz
envolvía mi garganta al besarte.
Frío como la lluvia en verano,
ansioso en la rama, el rocío
tu eco se siente en mi pecho
y resuena tu nombre vacío.
No quiero pronunciar tu nombre
pues con él viene todo lo hecho
momentos que derriten mi boca
y evocan nostalgia en mi pecho.
Toda reflexión ya tardía
impedida de total razonamiento
y cuál arrepentimiento
del roce de tu piel junto a la mía.
No quiero pronunciar tu nombre
cual yace ahora sin sentido
sin calor, ni olor, ni gusto
pues todo eso lo he perdido.
Sibaryta.-