Explosiva sensualidad


   La sensualidad es una herramienta que permite estimular la atracción o la reacción emocional hacia otras personas bien sea por deseo sexual, excitación, relajación, onanismo.

   Debo reconocer que soy una mujer fácil. Caigo rendida cuando un hombre me toma con decisión y seguridad y me mira fijamente. Ya había declarado con anterioridad lo cautivante del lenguaje corporal, y de forma muy particular la de la danza. Si un hombre no me provoca, mis pasos en el baile serán torpes y sin gracia, sin embargo cuando me siento atraída, mis movimientos fluyen de manera espontánea y mi cuerpo se expresa comunicando el deseo casi sin inhibición.


   Se despiertan sensaciones profundas que me erizan el pelo desde la punta a la raíz. Dependiendo de la respuesta de mi contraparte, se exacerban éstas sensaciones y hace que libere feromonas de forma expansiva cada cuando se presenta la oportunidad. Exagero los movimientos y disminuyo la distancia entre los cuerpos sin dejar espacio siquiera al aliento. 

   Tabú, aún la expresión femenina en cualquiera de sus formas se ve disminuida por los prejuicios sociales en mentes tanto masculinas como femeninas, pero debo decirlo, ahí está. Tomando lugar en la literatura con la explosiva popularidad de best seller que ha motivado inclusive su interpretación cinematográfica. En esas delicadas manos que se deslizan por las inmaculadas presas ahora yacen creativamente los más sofisticados objetos de placer sexual que ganan territorio comercial con sorprendente velocidad. Cómo disimularlo, o más bien para qué disimularlo. No dejaré de ser la señorita que exige cortesía cuando realiza sus labores diariamente, seguiré demandando respeto en todas las otras actividades con la elegancia que la situación requiera. 

   No deja de preocuparme que mi desinhibición, o liberalismo pueda ser malinterpretada y traiga consecuencias que pudiera lamentar. Aún no tengo claro cómo funciona la mente de un hombre frente a una provocación de este tipo. No busco una aventura de una noche ni menos de un par de horas en algún motel barato de los alrededores. Solo busco calmar esa ansiedad, esa pasión que brota por mis poros y que excitan mis sentidos. Sentirme deseada, sentirme amada.

   Lo que me gusta del sexo no es sólo la reacción carnal que hace que dos personas interactúen, es más bien esa sensación afectuosa que surge de querer poseer, satisfacer y al mismo tiempo entregar. Esa reciprocidad, esa confidencialidad que surge entre la pareja que los vuelve cómplices en aquella candente batalla.