¿Y no soy el centro del universo?

   

    ¿Sabían ustedes que existe una sonda espacial que llevan un disco de oro con la información de la localización del Sistema Solar, las unidades de medida que se utilizan, características de la Tierra y características del cuerpo y la sociedad humana? Debo admitir que en el ámbito astronómico me declaro una ignorante; me gusta observar las estrellas y en especial la luna, pero de este mapa no tenía idea.

    Fue en una clase de inglés, en donde en uno de los tópicos desarrollamos un artículo con la información. Me pareció, por lo demás un tema interesante, no solo por cultura general sino porque luego de haberlo pensado más detenidamente, vino a mi mente el siguiente razonamiento: Si existiera vida en otros planetas, que de hecho creo que la hay, cómo es que pretendemos, los seres humanos, que conozcan nuestro lenguaje y si pudieran resolver el punto del lenguaje; ¿Estarían realmente interesados en encontrarnos?

   Todo este análisis me lleva nuevamente a preguntarme qué tan egocéntricos somos los seres humanos, sé que últimamente ha sido un tema recurrente, pero no deja de interesarme el intentar descubrir qué papel juega el ego en nuestras vidas; y en mi vida en particular.

    Hubo épocas en las que el hombre creyó ser el centro del universo y, debido a esto es que causó mucho revuelo cuando los astrónomos de aquellas épocas señalaron lo contrario. Pero por qué quisieron probar eso; por qué si queremos ser el centro de atención, nos afanamos en probarnos lo contrario. El conocimiento se ha vuelto un enemigo latente y constante que despierta nuestra curiosidad en nuestro anhelo por alcanzarlo, Descubrir, experimentar, crear y por otro lado cuando lo alcanzamos dimensionamos lo pequeños que en realidad somos y el vacio por sabiduría crece, por entender el plan que origino nuestra existencia, y la angustia por darnos cuenta que la única certeza es: que lo que sabemos, es que nada sabemos.

    Se vuelve un ciclo de nunca acabar que nos devuelve una y otra vez al punto de partida. Hay tantas cosas que aún no comprendo, tantas preguntas sin responder y que me llevan a más y más preguntas donde finalmente me veo superada. Mi espíritu es inquieto y curioso. Un día despierto y me siento invencible y al otro, tan insignificante y pequeña. Quizá de eso se trate el equilibrio, de vivir cada día como lo que soy, de sorprenderme día tras día con cada nuevo descubrimiento, de deleitarme con las sorpresas de la naturaleza, de deleitarme con su inmensidad y disfrutar de ello a cada momento.
“Vive cada como si fuera el último; y aprende, como si fuera el primero”
Mahatma Gandhi