Hablar de seducción hoy es un tema delicado. Cualquier confesión al respecto puede despertar las susceptibilidades de personas que por un lado son acusados como agresores y por otro como víctimas de situaciones que podrían encasillarse bajo el concepto de acoso sexual.
Quise desarrollar este tema por una razón en particular; las declaraciones de 2 personas que leí en publicaciones en el periódico. Por un lado la de Luis C.K, comediante americano de 50 años quien recientemente fue acusado de acoso sexual por 5 mujeres quienes lo buscaron por que sentían admiración por él por su fama y renombre. Y la otra, una mujer de 18 años a quien dejaremos en el anonimato pero quien el año pasado fue víctima de "la manada", un grupo de 5 hombres que actúan en las festividades intimidando sexualmente a mujeres en las aglomeraciones en España.
Respecto de la primera publicación, lo que llamó mi atención fue una carta, escrita por comediante "acosador" donde afirma: “Pero aprendí después con la vida, demasiado tarde, que cuando tienes poder sobre otra persona, preguntarles si quieren ver tu pene no es una pregunta” .
En el otro reportaje, se cuenta una de las historias que ha remecido a España y que se produjo el año pasado en la fiesta de San Fermín. Allí 5 sujetos hicieron amistad con una mujer que habían conocido y posteriormente procedieron a tener relaciones sexuales simultáneamente, grabando el hecho en videos donde, a conclusión de la fiscalía que lleva el caso, la mujer se muestra con una actitud "pasiva y neutra". En su defensa los acusados apelan a que la muchacha nunca se negó al acto y que no mostró resistencia al presunto ataque. Ante ello la víctima declara que no pudo resistirse al número de agresores y que entró en shock deseando que "todo terminara cuanto antes"
Debo admitir que en lo personal, me es difícil poder establecer cuáles son los límites que pueden diferenciar un acto de seducción de un acoso sexual. Yo misma sufrí de un abuso sexual hace algunos años y es un tema aún estoy intentando superar. No puedo ponerme del lugar ni de víctima y lapidar a un acosador que tal vez ni siquiera es consciente de lo que hace, o tal vez si, no lo sé.
Veo en las calles cómo las mujeres hemos perdido el respeto por nosotras mismas. Abiertamente permitimos el toqueteo, pues lo vemos como un juego y de cierta manera nos eso no alienta a ser cada vez mas osadas. Vemos como los hombres responden a esas provocaciones y nosotras mismas después no sabemos cómo parar. En las fiestas el sexo ya es hasta un tema que se ovaciona y que se tararea a viva voz en letras de canciones populares donde día a día se hace cada vez más explícito. El arranque femenino que tuvimos las mujeres luego de siglos de represión ha resultado una carga que no hemos sabido manejar. Y no culpo a la mujer por ello, mi crítica es mas bien social. Los hombres también deber aprender a ser mas civilizados y a contener esos bajos instintos, sus necesidades más básicas, al ver a una mujer caminando con ropa ligera en una tarde acalorada.
Apunto, en especial a aquellas mujeres que no hemos sabido manejar lo que la libertad implica. Libertad para poder decir NO frente a determinadas situaciones, la seguridad para frenar una situación en la que no nos sentimos cómodas. Ya no somos el sexo débil que se queda "pasiva y neutra" esperando "que todo termine cuanto antes". Una de las recomendaciones que me indicó la terapeuta y que es la que más me ha hecho sentido es "aprender a poner límites". Ser capas de jugar, de coquetear pero siempre teniendo claro hasta donde queremos llegar, o hasta dónde queremos que el otro llegue.
No sólo debemos vanagloriarnos del destape femenino, ello lleva consigo responsabilidad que aún no hemos aprendido a asumir. El piropo callejero, por ejemplo, que en sí mismo nos denigra y que a vista de algunos se realiza inocentemente. No nos quedemos calladas, aprendamos a responder, establezcamos los límites.
Yo no quiero que a futuro los hombres frenen su actitud avasalladora que tanto me excita y me arriesgo a que tal vez esta declaración pueda ocasionarme alguna que otra mirada pervertida, pero de eso se trata, de separar las cosas. Muchas veces los hombres no comprenden, por que hay ocasiones en que nos enojamos y preferimos quedarnos calladas a explicarles qué fue en concreto lo que nos molestó. Debemos empezar a hablar, y tal vez a explicarles que nos parece adecuado de lo que no. Responder a situaciones donde nos sentimos reprimidas. Ya que si no respondemos a ese "acoso" puede que llegue el día en que esa situación te marque para toda tu vida.