Piensa en tres animales con los cuales te identificas o quisieras ser en alguna otra vida si te dieran a escoger. Elíjelos jerárquicamente desde el que más te parece al que menos. Este simple ejercicio puede demostrarnos a nosotros mismos lo equivocados que estamos cuando intentamos vernos a través de los ojos de los demás.
Si ya tienes los tres animales, te diré que el primero que escogiste corresponde a cómo quieres que te vean los demás. El segundo es cómo te ven y el último representa cómo eres realmente. Suele suceder que en la mayoría de los casos en que he realizado esta actividad a diferentes personas, la primera opción siempre resulta ser un animal con extensas cualidades; superiores, con notable fama en su hábitat y sobradas cualidades; y el último el más pequeño e indefenso y muchas veces hasta insignificante criatura que casi nombramos por que ya no teníamos mas idea de cuál otro elegir. Bueno, esa es justamente la respuesta correcta. Es como en esas ocasiones en que decimos "lo lamento, yo no quise decir eso" cuando en realidad aquellas cosas que "no quisimos decir" son las que verdaderamente pensamos, y son en aquellas ocasiones, que nos vemos superados por las circunstancias, en que las decimos de manera que escapa a nuestro control y pasamos por alto cualquier tipo de filtro que pudiéramos haber aplicado para "quedar bien".
¿Quién soy yo?, y esa resulta ser la gran interrogante que aún me tiene indagando. Cómo poder acercarse a una respuesta certera cuando me abruman las políticas sociales y las leyes morales imperantes. Cómo, cuando todo a mi alrededor tiene ya fijado un parámetro que debo seguir para no pecar de rebelde ni ser expulsada implícitamente de la sociedad donde me encuentro inserta.
Dime con quién anda y te diré quien eres. Cuánto de cierto tendrá esa frase. He venido cuestionándome por largo tiempo si soy yo quien no encajo en una sociedad donde la mayoría de las personas pasan sino en grupo en parejas participando de actividades de diversas índoles y a las cuales sería mal visto ir solas.
Me pregunto si ambas tendrán los mismos gustos y compartirán los mismos intereses como para justificarlo. Y de ser así dónde estaría el equilibrio; el ying y el yang, el descubrimiento mutuo, el aprendizaje, el compartir.
Debo admitir que en mis mas entusiastas actividades las veces en que lo disfruté más es cuando iba sola. Siguiendo mi propio ritmo, deteniéndome en aquellos lugares de mi elección sin ser presionada por la pereza o desgano de otro que no compartía mis intereses. Y en esta confesión no hay ni una gota de despecho ni de conformismo, muy por el contrario y a pesar de mi notable individualismo estoy muy consciente y soy una promovedora de "juntos es mejor". Sin embargo es beneficioso y hasta necesario tener y mantener espacios propios donde puedas pasar el tiempo contigo misma descubriéndote, observándote, regaloneándote y por sobretodo queriéndote. Poder encontrar cada parte de ti, aceptarla y explotarla a tu antojo sabiendo que es la mejor terapia para poder compartirlo con alguien más.
Acepta eso que eres sin culpa y con la mejor de las disposiciones a manifestarlas sabiendo que viniste aquí así tal como eres por alguna razón y que descubrir esa razón es el sentido de la vida.
Recién tengo 29 años y sin embargo cada día descubro algo nuevo de mí.