Que decidan por mi
Ya lo superé
Qué factores son los que indican que un proceso está
superado. Por lo general hablamos de superación cuando ocurre algún hecho, inesperado
y que posee una connotación negativa y nos afecta. Un duelo, por ejemplo, el
perder a un ser querido requiere de un tiempo de procesamiento para ser
superado. Pero qué quiere decir realmente que algo esté “superado”.
Cuando era pequeña, mi sueño siempre fue tener un hijo. Ser
madre era para mí, la culminación de todo lo que había dado sentido a mi vida.
Fisiológicamente las mujeres venimos al mundo con un ciclo marcado en nuestro
cuerpo con el único objetivo de procrear. Un ciclo que, desde el inicio, de
acuerdo con información científica, ya viene con fecha de caducidad. Eso limita
nuestra postura frente a la maternidad y les pone un temporizador a nuestros
planes de desarrollarnos como seres individuales antes. Mi fin siempre fue ese,
ser madre y aunque se vio pospuesto muchas veces, nunca tuve en mis planes
desecharlo.
El día que me enteré de que ya no era mi decisión, debo
admitir que sentí un poco de alivio. La presión social que por tanto tiempo
sostuve sobre mis hombros, de aquí en adelante ya no sería una carga con la que
tenía que lidiar. Una preocupación menos, durante mucho tiempo, una responsabilidad de la cual la naturaleza, mi naturaleza como
mujer, me había dotado, y de algún modo me sentía responsable por sostener. Si
bien impactante en un principio, el tiempo ha dado cabida a la razón y ahora,
no sólo ya no soy capaz físicamente de procrear un hijo propio, sino que además
ese proceso fisiológico tan característico de la mujer, ya no se presenta cada
mes como era su costumbre. No es que lo extrañe, pero ahora que lo pienso ¿Era
eso lo que me hacía ser mujer?
Hay personas, seres humanos que desde que nacen sienten que fueron
designados con el género equivocado. ¿Qué es lo que hace que esas personas sientan
eso? ¿Acaso lo es el contar con un órgano reproductivo determinado? ¿O quizá lo
es la atracción al sexo opuesto? ¿Qué clasifica, en definitiva, quién es hombre
y quien mujer? ¿Es sólo un tema de etiquetas y finalmente todos tenemos la
capacidad de optar?
Nací mujer y fortalecí esa etiqueta durante todos estos
años, no por usar vestidos, mi gusto y atracción por el sexo opuesto, ni por mi
órgano genital femenino. Sino por que me sentí como una mujer, y todo lo que conceptualmente
en esa época y sociedad implicaba ser una; sensible, delicada, coqueta,
vulnerable, cambiante, introvertida. Todos conceptos que, en la actualidad
pudieran acuñarse a cualquier persona, independiente su sexo o género. Me
cuesta ir al ritmo de una sociedad tan cambiante como a la que hemos
evolucionado, me afectan las cosas y no puedo dejar pasar este hecho sin cuestionarme
y replantearme todo lo que había estipulado para mí. Partí mi vida siendo mujer
desde lado vulnerable, según los cánones de la época, y hoy soy mujer desde la
fortaleza y de algún u otro modo, desde la libertad.