El cáncer y el entendimiento de la vida

   Entender cómo funciona la vida, de qué se trata y cuál es nuestro objetivo en ella es un pendiente que nos toma toda nuestra existencia. Cada situación, cada experiencia y cada suceso nos van develando un poco de este enigma y está enfocado a hacer de nuestro entorno un lugar mejor. Sin embargo, cuando estas incógnitas se nos van develando comprendemos las dimensiones de lo que nos queda aún por descubrir, al mismo tiempo en que nos damos cuenta de que es en realidad algo que ya sabíamos, por eso se le llama descubrimiento, es información con la que siempre hemos convivido, desde un principio, pero que su entendimiento paulatino y segmentado es quien nos facilita su comprensión y su asimilación.

   A qué viene toda esta profunda reflexión a esta hora de la madrugada, pues simplemente a un hecho, entre tantos que han llamado mi atención. El título de esta publicación, el cáncer y el entendimiento de la vida, se debe a la conexión de puntos que justamente hoy me hicieron sentido. Tiempo atrás, cuando estaba en un proceso mental y espiritual inestable, en una de las citas con la terapeuta holística, ella me comentó que la explicación espiritual del cáncer no era otra que la pérdida de identidad. Eso a raíz de mi historial familiar en el que ya 3 parientes cercanos habían muerto aquejados por esta enfermedad. 

   A raíz de este comentario es que comencé a investigar más a fondo el tema de las enfermedades en términos espirituales, buscando y corrigiendo el origen más que el síntoma que nos aqueja. Un origen que tengo la certeza se encuentra en la condición espiritual más que en lo físico y que es en este último en que se manifiesta como llamado de alerta para atender alguna deficiencia emocional.

   Hoy, por primera vez y a raíz de una situación de emergencia que vive un pariente cercano operado de un tumor canceroso, es que decidí conocer qué es y cómo funciona el cáncer en el cuerpo humano.

   La primera persona que vi enferma de cáncer fue una escena impactante que aún permanece fresca en mi memoria. La vecina de una tía había sido diagnosticada de cáncer de mamas en aquellos tiempos en que aún no se sabía mucho y eran muy pocos quienes lo padecían. Recuerdo el olor a putrefacción que sentí al entrar en su habitación y aún más la herida, similar a una quemadura grado 3 que rodeaba su pecho el cual mantenía al descubierto de manera que el aire en algo lograra aliviar su intenso dolor. La pus hervía en algunos sectores más afectados dejando ver lo monstruoso de esta enfermedad.

    El cuerpo funciona en base a células, éstas almacenan y controlan la información para la superviviencia. En condiciones de diagnóstico de cáncer, las células se aferran a su continuidad y aún muertas no son desechadas, se acumulan formando un bulto o tumor denso en la zona afectada. El descontrol también afecta su reproducción que siendo innecesaria continúa multiplicándose y entorpeciendo el normal funcionamiento de él o los órganos afectados.

   Entender este proceso me motivó a entablar algunas teorías de sus causas. La vida nos ha sido entregada para vivirla, en ella, cada cosa que hagamos cuenta. El tiempo es solo una ilusión, y frente a esta base es que las cosas que hagamos aquí no tienen mucho sentido si es que no somos felices haciéndolas. Las células, el origen de nuestra existencia entienden esto claramente, al parecer más claro que nosotros, que ante cualquier eventualidad, cualquier desvío, cualquier merma en nuestro amor propio actúa y se pone en alerta haciéndonos un llamado de atención.

   Muchos pacientes que son diagnosticados de cáncer suelen tomar serias medidas frente a la forma de vida que llevaban hasta ese momento. Comienzan a ponerle atención a las metas u objetivos que se habían planteado y, hacen a un lado todas aquellas cosas en las que no se sentían cómodos, comienzan recién ahí a vivir sus vidas.

   Por qué esperar a que nos diga un doctor que tenemos cáncer para comenzar a vivir. Por qué cambiamos inmediatamente la forma en que habíamos visto la vida y de pronto nos damos cuenta que en todo este tiempo no habíamos tenido la capacidad de tomar las riendas de nuestro propio destino y que somos capaces de hacer que las cosas sucedan.

   Entender esta enfermedad me ayudó a mirar la vida con otros ojos. Y a darme cuenta que no quiero que me diagnostiquen una enfermedad terminal para cambiar drásticamente la forma en que estoy viviendo mi vida. No quiero que mi cuerpo se pudra en un intento por vivir una vida en la que no soy la protagonista. No quiero sentir ese malestar físico de un espíritu putrefacto que se aferra a la ilusión del tiempo en pro de darme una oportunidad para vivir como realmente soy.

  El cáncer me ha enseñado lo más importante, me ha mostrado con su devastadora intervención que el presente es lo único que cuenta y que no hay otro tiempo mejor que el ahora para decidir qué hacer con esta vida, mi vida.

   Me gustaría pensar que este llamado de atención llega a tiempo para quienes ya padecen cáncer, me gustaría pensar que ellos ya han descubierto quienes son y han tomado esta experiencia como una oportunidad y no como el final de su existencia. Aún cuando he vivido de cerca el proceso con mis parientes, estoy consciente que el dolor y la incertidumbre es algo que no voy a saber de qué se trata solo hasta sentirlo en carne propia. No pretendo, con estas palabras, desentenderme de su dolor, muy por el contrario es justamente por que quiero entenderlo el motivo de compartir esta reflexión con quien quiera recibirla.

Lo que te lleva

   El misterio de la libélula, una película del año 2002 de esas que siempre dan ganas de volver a verla. Paisajes selváticos, el siempre agradable a la vista Kevin Costner y una trama misteriosa que te mantienen atento al curso de los acontecimientos.

   "La Fe es lo que te lleva" fue la frase que, en esta oportunidad capturó mi atención. La Fe, un misterio para mí, ha sido motivo de varias publicaciones en este blog, y aunque aún, y luego de todas esas reflexiones, no he logrado comprender de qué se trata, de algún modo he ido descubriendo señales que me han dejado tranquila, al menos por un momento, en mi afán por querer entender cómo funciona.

   Estoy completamente de acuerdo con esta afirmación que hace el protagonista al final del film. Definitivamente la Fe es lo que te motiva a continuar aún cuando el escenario es adverso. El hombre, hablando en término genérico, tiende a garantizar el éxito antes de iniciar cualquier tipo de emprendimiento. De forma similar a cómo funciona el marketing, analiza el escenario al cual se enfrenta ante a lo cual establece una estrategia de cómo abordarlo para lograr el objetivo que se haya planteado. El hombre actúa de forma similar intentando prever cualquier situación que pudiese mermar los resultados esperados.

   Sin embargo, hay oportunidades, al menos en lo personal, en que aunque todo indica que no saldré victoriosa, que las condiciones no son las adecuadas y en donde mi lista de contras suele ser más larga que la de pros, que me lanzo ciegamente por que confío, quiero y me aferro a la idea que todo saldrá bien. 

   Siguiendo con el ejemplo del marketing, cuando Steve Jobs decidió lanzar el iphone al mercado, le mostró el prototipo a uno de sus cercanos quien después de revisarlo e interactuar con él le indicó que tal vez eso no funcionaría, puesto que la gente ya estaba acostumbrada a las teclas. Steve nunca hacía estudios de mercado, simplemente partía con la convicción de que él sabía lo que la gente necesitaba.

   Intuición, esperanza, convicción, confianza, no puedo decir con certeza si alguno de estos conceptos se acerca mas a lo que es la Fe, es algo que sólo surge y que da el impulso para lanzarse ciegamente con la certeza de que al final todo saldrá bien.